miércoles, 27 de abril de 2011

Día 1 – Casa (19:21)

Leer a Schreber me trastorna. No puedo evitar indentificarme con él, todo el tiempo. No tanto con la parte de las voces que lo acosan, ni por la voluntad de Dios de convertilo en una mujer para fecundarlo y engendrar la raza superior hombres nuevos; más que nada me identifico con él por su hipocondría y por el hecho de que tenía delirios de grandeza, muy parecidos a los que tengo yo.

Pero no puedo dejar de leerlo. Mitad, porque está bueno.

Ahora voy a leerlo.

Día 1 – Casa (19:15 PM)

Acabo de fumarme un porro con las hojas secas de mi incipiente planta de Marihuana. No me pegaron. Más bien yo diría que me miraron desde lejos, lo pensaron mejor y se fueron.

Lo que hice fue meterlas en el microondas, siguiendo el consejo de mi amiga Roberta, para secarlas y después enrollarlas. Bien, ahora sabemos que no funciona.

Digo “consejo”, pero en realidad lo que hizo fue sugerirme, en su última visita, que cortáramos una de las pequeñas flores que ya tiene mi plantita, la metiéramos en el microondas y la fumásemos. Lo hicimos. Esa pegó un poco más.

Ahora tengo como esos escalofríos que me dan cuando fumo porro. Señal, creo yo, de que surtieron efecto. Aunque sea, leve.

Tengo ganas de aprender Wushu acrobático, con la china esa que golpea a sus alumnos.

Averiguar precios y horarios.